Controvertido por cuestiones menores como la
proliferación de personajes o la extensión. Es verdad que asusta al principio y te preguntas
cómo vas a poder retenerlos. En seguida te das cuenta de que la historia transcurre
de un modo perfectamente enlazado en una trama compleja y sencilla a la vez.
Como en todos los de la serie “Episodios de una guerra interminable” (este es
el cuarto) su narración es muy fluida, bien documentada (mezcla personajes ficticios
con los reales), con una ambientación de trama, lugares y personajes que abordan
como temática; la resistencia franquista, la Segunda Guerra Mundial y la colaboración del régimen franquista
en el camuflaje de nazis tras la misma.
Para no perdérselo, seguro que no te dejará
indiferente.
“Al
reconocer los saqueos, los asesinatos, la criminal venganza que ejercía a
diario la gente de su propio bando, del mío, Experta demostraba que era más
honrada que yo” Pág. 54
Referido
al personaje de Manuel Arroyo: “Ella
nunca le había pegado, pero nunca le había abrazado (…) Nunca se había colgado
de su cuello al verle entrar por la
puerta (…) como hacía con Juan o con Toribio. (…) El había sido siempre de los
otros (del grupo de los poco queridos)” Pág 99
“Los
rusos lo mangonean todo, los comunistas hacen la vista gorda (…) los
anarquistas y trotskistas siguen haciendo su puta revolución por su cuenta,
aunque nos cueste perder la guerra. La Junta de Defensa cerró (finales de 1936)
las checas en Madrid, pero nos consta que siguen habiendo centros de detención
ilegales sin ningún control” Pág 119
Referido
a sacar el niño adelante y no abortar como él quería: “No había nada en el
mundo que me indignara más, que me enfureciera tanto como la invocación a la
propia conciencia para situarse por encima de los demás; para obligar a los
otros a pasar por el aro. Por eso dejé que mi rabia hablara por mí y par mí”
Pág. 178-179
Experta:
“los ricos siempre son ricos , hasta cuando se vuelven pobres (…) en esta casa
hay muchas cosas de valor” Pág. 184
“Están purgando profesiones enteras: médicos, ferroviarios, maestros de escuela, jueces, abogados…” Pág. 272
“Después
de Stalingrado todo será distinto, y cuando los aliados derroten al Eje, la
suerte de Franco estará echada” Pág. 275
Referido
a Adrián Gallardo, una expresión que repite a lo largo de todo el libro: “Nunca
había sido demasiado inteligente” Pero las luces que tenía le bastaron para
iluminar la verdad, para privarle del injusto consuelo de la mentira. Quizá por
eso no pudo llorar” Pág. 299
Respecto
de los judíos: “Aquellos condenados no gritaban, no blasfemaban, no les
insultaban, no reivindicaban su condición a gritos ni les cubrían de violentas
amenazas. Adrián no comprendía su resignación, la mansedumbre con la que
acataron su suerte cuando el Hauptsturmführer Kleiber…” Pág. 293
“En
absoluto eran inferiores. Al contrario, su superioridad era tal que se
arrogaban el privilegio de convertir su muerte en un acto supremo de desprecio,
de condena y rencor hacia sus verdugos” Pág. 300
“Las
potencias democráticas han vuelto a jugar a dos barajas: por un lado juzgan a
los criminales de guerra en Núremberg con tanta publicidad como si estuvieran
rodando una película, pero por otro la verdad es que los nazis se están
esfumando de las cárceles y de los campos”. Pág. 351
“Le
entregué el sobre, me senté frente a él para contemplar su reacción y asistir a
la caprichosa trayectoria de su sangre, que huyó al instante de su cabeza sólo
para regresar a toda prisa y atiborrar sus mejillas de calor” Pág. 425
“La
sensación de impunidad de la que gozaban los antiguos nazis en la Argentina de
Perón era aún más completa, más compacta y perfecta que la que les brindaba la
España de Franco” Pág. 532
El general ibérico Manuel Saint-Jean, gobernador militar de la provincia de Buenos Aires, a The Gardian en mayo del 77: “Primero eliminamos
a los subversivos; después a sus cómplices; luego a sus simpatizantes; por
último, a los indiferentes y a los tibios” Pág. 720
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