¿Pero dónde has estado metido
hasta ahora para no haber leído nada de este autor? Esto fue lo primero que me
vino a la mente tras acabar de leer esta magnífica novela. Y es que en La
autopista Lincoln se mezclan de una forma extraordinaria los ingredientes que
hacen de la lectura el mejor de los disfrutes: una escritura directa, sin
demasiados adornos, en la que no sobra nada de las casi seiscientas páginas; una
fantasía maravillosa que recuerda a las grandes novelas de aventuras; una
diversidad de narradores con puntos de vista peculiares; una variedad de
personajes con un denominador común del que nace la amistad y la fuerza transformadora;
unos personajes que vamos conociendo poco a poco de forma natural a través de
la narrativa magistral de Amor Towles. Deliciosa.
“¿Estaba
agradecido al descubrir que Sally había decidido hacer todas aquellas cosas por
ellos dos? Claro que sí. Pero estar agradecido es una cosa, y estar en deuda
era otra bien distinta” Pág. 79
“Pero el
vaquero se equivocaba del todo: era Emmett quien estaba dando una lección. Alan
Ladd en Raíces profundas, Frank Sinatra en De aquí a la eternidad, Lee Marvin
en Salvaje. ¿Sabes qué tienen esos tres en común? A los tres les daban una
paliza” Pág. 98
Respecto de la elaboración artesanal de la mermelada dice Sally: “Me molesto en hacerlas porque es anticuado (…) y me molesto en hacerlas porque es innecesario. Porque qué es la bondad sino hacer cosas que son beneficiosas para otros sin que te lo hayan pedido? Pagar una factura no es ser bueno, preparar la cena no es ser bueno, ni ordeñar las vacas. Cerrar las puestas, apagar las luces no es ser bueno. Ser bueno no es nada de eso. Porque la bondad empieza donde la necesidad acaba.” Pág, 114
“Y nos encontramos en una zona residencial muy nueva de casas idénticas con parcelas idénticas, presuntamente habitadas por personas idénticas” Pág. 244
“Se notaba que
era un cliente fijo porque todos lo ignoraron” Pág. 281
“¡Cómo disfrutó
con su pequeño discurso! Con las piernas separadas y los pies firmemente
plantados en el suelo, parecía que sacara la fuerza directamente de la tierra
porque le pertenecía” Pág. 290
“El Señor no te
pide que te levantes con un coro de querubines (…) Te pide que te levantes
haciendo que te sientas solo y olvidado. Porque sólo cuando hayas visto que
estás verdaderamente desamparado admitirás
que lo que suceda a continuación depende de ti y de nadie más” Pág.
343
Aquí un párrafo que no me
parece bien transcribir por su extensión, pero que por sí solo justifica la
lectura de este magnífico libro: una joya dentro de un tesoro. Lo encontraréis
en la página 507 y comienza así: “Cuando somos
pequeños, se dedica mucho tiempo a enseñarnos…”
“Cuando Emmet salió por la puerta y se metió en su coche amarillo, me dije que, desde luego en Estados Unidos hay grandes cosas. El Empire State Buildng y la Estatua de la Libertad son grandes. El río Misisipi y el Gran Cañón son grandes. Los cielos de las llanuras son grandes. Pero no hay nada más grande que la opinión que un hombre tiene de sí mismo” (Sally, respecto de Emmett). Pág. 543
El profesor Abernathe explica
los trágicos defectos de los héroes clásicos. “Todos
los héroes clásicos, dice, por muy fuertes, sabios o valerosos que sean, tienen
algún defecto en su carácter que les conduce a la perdición”. El defecto fatal
de Aquiles había sido la ira. Cuando se enfurecía, Aquiles no podía contenerse.”
Billy sabía que su hermano tenía el mismo defecto que Aquiles (…) podía
producir un acto imprudente de consecuencias
irreversibles” Pág. 571