miércoles, 5 de julio de 2017

Matar a un ruiseñor. Harper Lee. Ediciones B.S.A. 2015

      Aunque esta novela había recorrido el camino contrario al habitual: primero había visto la película y después he leído el libro; la verdad es que ninguna de las dos decepciona. Yo diría que se complementan. El casting llevado a cabo en la película es genial, y en cierto modo mediatiza la lectura pero no molesta. No digamos nada de la excelente fotografía de la película que suple las desventajas de perderse descripciones y matices que solo la lectura puede proporcionar. Para nosotros, libro y película son imprescindibles; razón por la cual bien merece un lugar en este blog.

Curioso diálogo entre Scout (la narradora) y la maestra. "Mi padre no me ha enseñado nada, señorita Caroline. Atticus no tiene tiempo para esas cosas. Por la noche está tan cansado que todo lo que hace es sentarse en la sala y leer (...) pídele a tu padre que no te enseñe nada más. Es mejor empezar a estudiar desde cero. Dile que en adelante seré yo quien se encargue..." Pág. 33

Referido a Calpurnia, la criada. “Parecía furiosa, y cuando ocurría su gramática se volvía errática. Cuando estaba tranquila la tenía tan buena como cualquier persona de Maycomb. Atticus decía que Calpurnia era más instruida que la mayoría de la gente de color”. Pág. 43

Toda una lección de moral del personaje de Atticus. “Uno a uno le referí los infortunios del día. … Y ha dicho que me enseñaste todo mal, de modo que ya no podremos volver a leer; nunca. Por favor, no me obligues a volver a la escuela, por favor. (…) En primer lugar – dijo – si aprendes una treta sencilla, Scout, convivirás mucho mejor con toda clase de gente. Uno no comprende de veras a una persona hasta que considera las cosas desde su punto de vista…
-      ¿Cómo es eso?
-      …Hasta que se mete en el pellejo del otro y va por ahí como si fuera ese otro” Pág. 50 y 51

Algunos comportamientos se repiten en nuestra sociedad casi un siglo después. “Es un Ewell, señorita. (…) La escuela está llena de ellos. Se presenta el primer día de cada año y luego se marchan. La encargada de la asistencia los hace venir amenazándolos con el sheriff, pero ha abandonado el empeño de hacerlos continuar” Pág. 47

La escuela no era de su agrado y aprovecha cualquier circunstancia para manifestarlo. “El día traía una insinuación del verano;  a la sombra hacía fresco pero al sol calentaba, lo cual significaba que se acercaban los buenos tiempos: sin escuela y con Dill”. Pág. 153

“Tienen derecho a creerlo, ciertamente, y tienen derecho a que se respeten sus opiniones- contestó Atticus- pero para poder vivir con otras personas tengo que poder vivir conmigo mismo. La única cosa que no se rige por la regla de la mayoría es la conciencia de uno mismo” Pág. 156

“No permitía que Calpurnia preparase los tentempiés requeridos para que los miembros de la sociedad aguantasen los plúmbeos informes sobre los “cristianos de arroz”, como llamaban a los chinos y japoneses que se convertían para recibir las raciones de arroz que se repartían en las misiones” Pág. 188.

De nuevo nos suenan estos comportamientos. “En Maycomb, los hombres adultos solo se quedaban en el patio por dos motivos: defunciones y política.” Pág. 211

“¿Qué es un niño mestizo?
-      Mitad blanco y mitad negro. Tú lo has visto, Scout. Aquel chico de cabello rojo y ensortijado que reparte para la droguería, ¿recuerdas? Es mitad blanco. Son algo triste de veras.
-      ¿Triste? ¿por qué?
-      No  pertenecen a ninguna parte. Los negros no los quieren porque son mitad blancos, y los blancos no los quieren porque son mitad negros. Son una cosa intermedia, ni blancos ni negros.” Pág. 235


“Ustedes saben la verdad, y la verdad es que algunos negros mienten, algunos negros son inmorales, no merecen la confianza de estar cerca de las mujeres… blancas o negras. Pero esta es una verdad que se aplica a toda la especie humana y no a una raza particular de hombres. No hay en esta sala una sola persona que nunca haya dicho una mentira, que nunca haya cometido una acción inmoral, y no hay un hombre vivo que nunca haya mirado a una mujer con deseo”. Pág. 297

“Tiíta- dijo Jem -, Atticus dice que uno puede escoger sus amigos pero no así su familia, y que sus parientes siguen siendo parientes tuyos tanto si quieres reconocerlos como si no, y que el no querer reconocerlos te hace parecer completamente necio.” Pág. 327

“No, todo el mundo tiene que aprender, nadie nace sabiendo. Walter es tan listo como le permiten sus circunstancias; a veces se retrasa porque tiene que quedarse en casa a ayudar a su padre. No tiene ningún defecto. No, Jem, yo creo que solo hay una clase de personas. Personas.” Pág. 330


“¿Cómo es posible que alguien odie tanto a Hitler y luego sea tan injusto con personas de nuestro propio país?” Pág. 360

domingo, 5 de febrero de 2017

"Patria". FERNANDO ARAMBURU. Editorial Tutquets 2016.

   Aunque no figure aquí por su exquisita literatura, no le resta a nuestro juicio mérito para estar; sobre todo porque el tema que trata está necesitado de visiones desde diversos puntos de vista que solo el tiempo puede permitir. La distancia temporal permite y permitirá acercarnos a ello como lo hace Aramburu, con una perspectiva menos visceral. Pero además creemos que el lenguaje y la estructura de la obra son deliberadamente sencillas para dotar de una mayor realidad a la acción.
   Extraordinario el perfil de los personajes y el reflejo del comportamiento de los distintos grupos sociales (familia, amigos, pueblo, ciudad, clero...) ante el terrorismo.
     De obligada lectura. 

Cómo recibe la noticia de la muerte de su padre, Xabier. Atando cabos: “así pues, ETA. Mientras atravesaba la explanada del aparcamiento estableció tres grados de gravedad: movilidad restringida, toda la vida en silla de ruedas, el ataúd.” Pág 48

Reacción a la decisión de Bittori de volver a instalarse en el pueblo. “Yo me huelo que viene a crear problemas, eso seguro, a crisparnos. Somos víctimas del estado y ahora somos víctimas de las víctimas. Nos dan por todas partes.” Pág. 78-79

“Se ofició el funeral, sonaron las campanas a muerto, había pocos vecinos de la localidad en la iglesia, algunos políticos del espectro constitucionalista, algunos parientes venidos ex profeso y poco más. ¿Empleados de la empresa? Ninguno. En la homilía, ni una palabra sobre el atentado. Trágico suceso que a todos nos conmociona” Pág. 83

En el piso de estudiantes de Nerea: “Lo peor del piso: que la facultad quedaba lejísimos, y los bares y las zonas de diversión, también. Luego, cierzo y niebla, llegó el invierno y menudo frío, la madre que me. Se compró una estufa eléctrica. De poco le servía. Apenas se alejaba unos metros del foco de calor, le volvía aquella sensación de cuchillos gélidos que la atravesaban.” Pág. 139

Cómo descubrió la noticia Nerea: “Vio en la pantalla a personas que no podía oír por causa del bullicio del bar. Personas que hablaban ante micrófonos. A un señor con bata blanca, el Lehendakari Ardanza con gesto serio. Y por último vio una calle y una fachada que no le costó reconocer.
   No pudo entretanto contener la orina. Menos mal que llevaba unos vaqueros negros.” Pág. 144

 “¿Y a mí qué me echas en cara? Aunque no le hablaba, era mi amigo. Y no le hablaba porque no se le podía hablar. Hicisteis mal. Os teníais que haber marchado del pueblo. Un año, dos, los que sean. Ahora él estaría vivo, podríais volver. Y además estando fuera, muchos hasta os habríamos echado una mano.” Pág. 237

En el viaje de Aránzazu a Roma “Te lo juro por Dios, durante un rato he pensado que el taxista nos había secuestrado.” Pág. 283

Miren de su hijo Joxe Mari “Ah, yo estaré siempre con mi hijo pase lo que pase. Me importa un rábano lo que diga la gente. Claro que prefiero tenerlo cerca y que trabaje y forme una familia; pero, si no es así, hay que apechar con lo que venga.” Pág. 311

Xabier a su madre “- Yo te haré feliz, maitia, te lo juro. –Pero es que yo no debo ser feliz. -¿Quién te lo prohíbe? – Me lo prohíbo yo. Ahora mismo no se me ocurre un crimen más monstruoso que la pretensión de ser feliz. –Me quedo vacía. Pág 375

“Le metieron la cabeza en una bolsa de plástico. La falta de aire lo ponía frenético. (…) Le contó al médico forense que lo habían torturado. Y el médico le replicó aburridamente que él solo podía consignar lesiones en el parte, de ninguna manera apreciaciones subjetivas o juicios de valor (…) y beber agua”. Pág 508-509

Un poco de humor, “Chunda, chunda. Camisas verdes, pantalones blancos. Y el del bombo con la cara congestionada de felicidad etílica, parecía empeñado en aniquilar a golpe de estruendo las notas de sus camaradas. Así  hasta que acabó la pieza.” Pág. 640