Aunque no figure aquí por su exquisita
literatura, no le resta a nuestro juicio mérito para estar; sobre todo porque
el tema que trata está necesitado de visiones desde diversos puntos de vista
que solo el tiempo puede permitir. La distancia temporal permite y permitirá
acercarnos a ello como lo hace Aramburu, con una perspectiva menos visceral.
Pero además creemos que el lenguaje y la estructura de la obra son
deliberadamente sencillas para dotar de una mayor realidad a la acción.
Extraordinario el perfil de los personajes y el reflejo del comportamiento de los distintos grupos sociales (familia, amigos, pueblo, ciudad, clero...) ante el terrorismo.
De obligada lectura.
Cómo recibe la noticia de la
muerte de su padre, Xabier. Atando cabos: “así pues, ETA. Mientras atravesaba
la explanada del aparcamiento estableció tres grados de gravedad: movilidad
restringida, toda la vida en silla de ruedas, el ataúd.” Pág 48
Reacción a la decisión de Bittori
de volver a instalarse en el pueblo. “Yo me huelo que viene a crear problemas,
eso seguro, a crisparnos. Somos víctimas del estado y ahora somos víctimas de
las víctimas. Nos dan por todas partes.” Pág. 78-79
“Se ofició el funeral,
sonaron las campanas a muerto, había pocos vecinos de la localidad en la
iglesia, algunos políticos del espectro constitucionalista, algunos parientes
venidos ex profeso y poco más. ¿Empleados de la empresa? Ninguno. En la
homilía, ni una palabra sobre el atentado. Trágico suceso que a todos nos
conmociona” Pág. 83
En el piso de estudiantes de
Nerea: “Lo peor del piso: que la facultad quedaba lejísimos, y los bares y las
zonas de diversión, también. Luego, cierzo y niebla, llegó el invierno y menudo
frío, la madre que me. Se compró una estufa eléctrica. De poco le servía.
Apenas se alejaba unos metros del foco de calor, le volvía aquella sensación de
cuchillos gélidos que la atravesaban.” Pág. 139
Cómo descubrió la noticia
Nerea: “Vio en la pantalla a personas que no podía oír por causa del bullicio
del bar. Personas que hablaban ante micrófonos. A un señor con bata blanca, el
Lehendakari Ardanza con gesto serio. Y por último vio una calle y una fachada
que no le costó reconocer.
No pudo entretanto contener la orina. Menos
mal que llevaba unos vaqueros negros.” Pág. 144
En
el viaje de Aránzazu a Roma “Te lo juro por Dios, durante un rato he pensado
que el taxista nos había secuestrado.” Pág. 283
Miren
de su hijo Joxe Mari “Ah, yo estaré siempre con mi hijo pase lo que pase. Me
importa un rábano lo que diga la gente. Claro que prefiero tenerlo cerca y que
trabaje y forme una familia; pero, si no es así, hay que apechar con lo que
venga.” Pág. 311
Xabier
a su madre “- Yo te haré feliz, maitia, te lo juro. –Pero es que yo no debo ser
feliz. -¿Quién te lo prohíbe? – Me lo prohíbo yo. Ahora mismo no se me ocurre
un crimen más monstruoso que la pretensión de ser feliz. –Me quedo vacía. Pág 375
“Le
metieron la cabeza en una bolsa de plástico. La falta de aire lo ponía
frenético. (…) Le contó al médico forense que lo habían torturado. Y el médico
le replicó aburridamente que él solo podía consignar lesiones en el parte, de
ninguna manera apreciaciones subjetivas o juicios de valor (…) y beber agua”. Pág 508-509
Un poco de humor, “Chunda,
chunda. Camisas verdes, pantalones blancos. Y el del bombo con la cara
congestionada de felicidad etílica, parecía empeñado en aniquilar a golpe de
estruendo las notas de sus camaradas. Así hasta que acabó la pieza.” Pág. 640