martes, 4 de junio de 2019

Levantado del suelo. JOSÉ SARAMAGO. Ed. Alfaguara, 2001


Del Saramago más comprometido, esta novela nos deja en cada línea una huella que atraviesa el tiempo y el espacio. Pues aunque, como él dice, es “una novela sobre el Alentejo”; trasciende actos y ambientes que nos presenta: el sufrimiento y la miseria de las clases marginales campesinas, la humillación, el hambre, el dolor, la violencia; pero también el valor y la dignidad de las gentes. Todo ello aderezado con un humor ácido que salpica la narración a cada paso.
  En definitiva, Saramago nos muestra el entramado político-social  que todo sistema autoritario impone para su supervivencia.
  Desgarradora, sí; pero real, y con tantos lugares comunes para quienes hemos vivido bajo la bota de la dictadura, o para quienes hoy siguen sufriendo la explotación y la humillación del poderoso.
  Un imprescindible para quienes admiramos a Saramago, y para saber de dónde procedía su visión radical de la realidad social y política.

“Buenas razones son las de ella, pero a Domingo Maltiempo no le gustó que viniera la mujer a llamarlo delante de los hombres, qué van a  pensar, y mientras atraviesa la plaza va mascullando. Como vuelvas a hacer esto, vas a ver” Pág. 23

“Soy la esclava del Señor, hágase en mí tu voluntad, y hecha ésta, hombre, aquí me tienes embarazada, encinta, preñada, voy a tener un hijo, vas a ser padre, estoy con varias faltas. Qué más da, donde no comen siete, no comen ocho.” Pág. 38-39
“Un capataz es, en  primer lugar, un criado, con privilegios y remuneración acordes con el exceso de trabajo que es capaz de arrancar a la cuadrilla. Pero es un criado (…) es una especie de mula humana, una aberración, un judas, alguien que traiciona a sus semejantes a cambio de más poder  algún mendrugo más” Pág. 87
“Qué es eso, y respondió el otro, Es la policía política, ni imaginas, uno está ahí y si hay un tipo que no te gusta, lo detienes, lo llevas al gobierno civil, y si te apetece le pegas un tiro en la cabeza, y luego dices que se resistió y arreglado. Es un caballo que derriba las puertas de las casas a coces, come en la mesa del latifundio con el padre Agamedes y juega las cartas con la guardia republicana mientras el potro Buentiempo patea la cabeza del preso” Pág. 140
“Ni un paso atrás, la guardia imperial muere pero no se rinde” Pág. 163
“Estaba ella abrazada al padre, más alta ya que él, y ella lo miró por encima del hombro, claro que se conocían , no fue un flechazo, pero luego ella dijo, Qué hay, Manuel, y él, Qué hay Gracinda, y quien crea que es preciso más, se engaña.” Pág. 194
“que venga un hombre al mundo sin haberlo pedido, que pase frío y hambre infantil más de la cuenta, que llegado a crecido, tenga hambre redoblada como castigo de haber tenido cuerpo para aguantar tanto, y luego de maltrato por amos y capataces, por guardias y guardas, llega a los cuarenta años dice lo que piensa, es llevado preso como ganado a la feria o al matadero, y en la prisión todo es humillarlo a uno, hasta la libertad es una bofetada, un mendrugo tirado al suelo a ver si lo coges. Esto hacemos al pan cuando cae, lo ponemos en la mano, soplamos y luego le damos un beso” Pág. 230
“El corazón de Juan Maltiempo late agitado como el de un pajarillo (…) es una suerte que los corazones estén ocultos, de no ser por eso todos los hombres serían condenados antes o después por su inocencia, cuando no por su crimen, que es el corazón un arrebatado incapaz de comedimiento e impaciente, poco sabía del oficio quien hizo los corazones… “  Pág. 281
“Doña Clemencia, es usted una santa, si no fuese por su bondadoso patrocinio, qué sería de estos pobres miserables, pero deje que pase un tiempo, a ver si aprenden a no ser orgullosos, ése es el peor defecto que tienen, el orgullo. Tiene razón, padre Agamedes, y el orgullo es pecado mortal. El peor de todos, doña Clemencia, porque es él quien levanta al hombre contra su amo y contra su dios” Pág. 292
“Bueno, Maltiempo, seguro que no tienes dinero para volver a casa, y el responde, Camaradas, tengo poco, pero ya me arreglaré, y ellos empiezan a reunir dinero, uno cinco escudos, otro da diez, (…) al ver cómo el dinero pobre puede ser amor grande, Juan Maltiempo no puede contener las lágrimas y dirá, Gracias, camaradas, buena suerte a todos.” Pág. 314
“Una vida así no es justa, luchar dos hombres, uno contra otro, padre e hijo, para diversión de la guardia, no somos hombres si esta vez no nos levantamos del suelo (…) cuando calló esta vez se levantaron todos los hombres, no fue preciso hablar más, firmes para el primero de mayo, para las ocho horas y la jornada de cuarenta escudos” Pág. 403