jueves, 4 de julio de 2019

"Expiación". IAN MCEWAN. Anagrama, 2007


  A la ya conocida sintonía que tenemos con la prosa de McEwan, con descripciones efectictas;  el juego de narradores y un dominio del tiempo de la trama, histórico y social; se unen un análisis de personajes que encierran una complejidad psicológica y un marco sociocultural y político de una gran altura.
   Esta es una novela que nos suscitará innumerables reflexiones acerca de las pasiones, relaciones de pareja, clases sociales, la adolescencia, las traiciones, las mentiras, la relatividad del valor de la vida misma, el poder de la ficción … Y planeando sobre todas ellas, la culpa.   ¿Podemos expiar la culpa? Un tema que ya trató Dowstoyeski en su Crimen y castigo, pero al que McEwan introduce en un ambiente y lugar muy distintos. El párrafo “El problema a lo largo de estos 59 años ha sido el siguiente: (…)Pág. 434” es realmente sublime.
   Es de ese tipo de novelas que encierran algo inolvidable por ser única en el tratamiento que el autor lleva a cabo. Difícilmente se nos olvidará un personaje como Briony, porque McEwan le proporciona un perfil tal que te conducen a la condolencia.
   Por cierto, los que lo hayan leído deben ver la película: no se arrepentirán. Y los que hayan visto la película no se arrepentirán de leer esta extraordinaria novela. Podrán comprobar que se trata de dos lenguajes muy distintos.

   “Aquello era la pauta de los últimos días, el uno o el otro estaba siempre equivocado y procuraba retirar el último comentario. No había soltura, no había estabilidad en el curso de sus conversaciones, ninguna ocasión de serenidad. Por el contrario, todo eran púas, trampas torpes giros que a ella le inducían a sentir tanto desagrado por sí misma como el que le inspiraba él, aunque no dudaba de que la culpa era sobre todo de Robbie” Pág. 41
   “No era solo la maldad y las intrigas las que hacían infeliz a la gente, sino la confusión y la incomprensión; ante todo, era la incapacidad de comprender la sencilla verdad de que las demás personas son tan reales como uno. Y Solo en un relato se podría penetrar en esas mentes distintas y mostrar que valían lo mismo.” Pág. 55
   “Y eran chicos y, por tanto, fundamentalmente poco comunicativos, sin don para la intimidad” Pág. 88
   “El precio de abismarse en ensueños era siempre el regreso, la readaptación a lo que había antes y que después parecía un poco peor. La ensoñación, antes rica en detalles inverosímiles, ahora era una tontería pasajera ante la masa compacta de la realidad” Pág. 96
   “La edad y el cansancio le devolverían a Jack (el marido de Emily) y no se dirían nada, ni sería menester decirlo. Y allí estaba el espectro de su infancia difuminado por todo el salón, para recordarle el arco limitado de su existencia. Qué pronto terminaba el plazo. Ni compacto ni vacío, sino precipitado. Implacable.” Pág. 181
   “Los cuentos de hadas quedaban atrás, y en el lapso de unas pocas horas había presenciado misterios, visto una palabra impronunciable, interrumpido una conducta brutal y, al incurrir en el odio de un adulto en quien todos habían confiado, había participado en el drama de la vida más allá del cuarto de jugar.” Pág. 191
   “Era  como una novia que empieza a sentir sus reparos enfermizos a medida que el día se acerca, y  que no se atreve a confesarlos porque ya se han hecho muchos preparativos por su causa. Se pondrían en peligro la dicha y el bienestar de muchas buenas personas. Son instantes pasajeros de desazón personal que solo se disipan cuando una se abandona a la alegría y la agitación de quienes la rodean. Tanta gente decente no puede estar equivocada, y le habían dicho que las dudas como la suya eran de esperar” (Briony en su declaración) Pág. 203
   “Se tocó el bolsillo superior, donde tenía envuelto el poema que ella le había enviado en su carta: “En la pesadilla de la oscuridad, todos los perros de Europa ladran”  (…) el trato amistoso de la chica que le atendió, la espaciosa ausencia de amenaza; se recostó y disfrutó de la envolvente vida cotidiana. Solo él podría apreciar su belleza” Pág. 240
  “A medida que se congregaba más gente alrededor del corro, desaparecía el sentimiento remanente de responsabilidad individual. Una temeridad fanfarrona se iba instaurando. Sonó una oración cuando alguien apagó un cigarrillo en la cabeza del tipo. (…) Tarner supuso que no podía hacer nada para ayudar a aquel hombre sin arriesgarse a que le lincharan. Pero era imposible no hacer nada.” Pág. 295
   “Contaban que normalmente con ocasión de tan importantes visitas la nariz de cada paciente tenía que estar paralela al pliegue central de la sábana encimera” Pág. 320
   “Soy  demasiado vieja, estoy demasiado asustada y demasiado enamorada del jirón de vida que me queda” Pág. 434
  “El problema a lo largo de estos 59 años ha sido el siguiente: ¿Cómo puede una novelista alcanzar la expiación cuando con su poder absoluto de decidir desenlaces, (...) Pág. 434-435