martes, 12 de julio de 2016

La Fiesta del Chivo. MARIO VARGAS LLOSA. Alfaguara 2011.

No había leído gran cosa de Mario Vargas Llosa, pero una recomendación puso esta magnífica obra en mi universo lector. No diré más que me ha encantado en todos los sentidos: su fácil lectura, su estructura, la temática, su estilo narrativo, el perfil de los personajes… En fin, muy recomendable. Eso sí, hay que estar prevenidos para la dureza de lo narrado; aunque siempre por debajo de la vida real. Esa sí que es cruel.

 Urania al llegar a la R. Dominicana: “Nunca, en sus diez años de Manhattan, han registrado sus oídos nada que se parezca a esta sintonía brutal, desafinada, en la que está inmersa hace tres días” Pág. 16

“En New York ya nadie mira a las mujeres con ese desparpajo. Midiéndola, sopesándola, calculando cuánta carne hay en cada una de sus tetas y muslos, cuántos vellos en su pubis y la curva exacta de sus nalgas” Pág. 20

"Perón se lo advirtió, al partir de Ciudad Trujillo, rumbo a España: “Cuídese de los curas, Generalísimo. No fue la rosca oligárquica ni los militares quienes me tumbaron; fueron las sotanas. Pacte o acabe con ellas de una vez”. A él no le iban a tumbar.” Pág. 39

La mirada de Trujillo. “Una mirada que nadie podía resistir sin bajar los ojos, intimidado, aniquilado por la fuerza que irradiaban sus pupilas perforantes, que parecía leer los pensamientos más secretos, los deseos y apetitos ocultos, que hacía sentirse desnuda a las gentes.”  Pág. 55

¿Seguro que quieres contarme esto, Amadito? (…) ¿No me vas a odiar después, por saber que yo también lo sé? Pág. 62

“Porque mientras el enemigo de adentro esté débil y desunido, lo que haga el de afuera no importa. Que Estados Unidos chille, que la OEA patalee, que Venezuela y Costa Rica ladren, no nos hace mella. Más bien, une a los dominicanos como un puño en torno al Jefe.” Pág. 66

Respecto del hijo de Trujillo:“¿Qué otra cosa hubiera podido ser, siendo hijo de quien era, criado y educado como lo fue? ¿Qué otra cosa podía ser un niño nombrado a los siete años, por ley coronel del Ejército dominicano, y, a los diez, ascendido a general, en una ceremonia pública, a la que debió asistir el cuerpo diplomático y en la que todos los jefes militares le rindieron honores? Pág. 157

“¿Quién inventó el eslogan del Partido Dominicano utilizando las iniciales de mi nombre? – preguntó, de sopetón- Rectitud, Libertad, Trabajo y Moralidad. ¿Tú o Cerebrito? – Un servidor, Jefe- exclamó el senador Chirinos, orgulloso”. Pág. 199

Respecto de Urania: “Cómo te conservas, muchacha. Somos del mismo año ¿no? Y pareces diez años más joven. ¡No es justo! Será que no te casaste ni tuviste hijos. Nada arruina tanto como un marido y la prole.” Pág. 234

“Yo no quería creer que hubiera traicionado a su compañero de toda la vida. Bueno, la política es eso, abrirse camino entre cadáveres.” Pág. 320

“La cita de Ortega y Gasset apareció, apareció, en la esquina de una página, escrita con su letra menudita: “Nada de lo que el hombre ha sido, es o será, lo ha sido, lo es o lo será de una vez para siempre, sino que ha llegado a serlo un buen día y otro buen día dejará de serlo”. Él (Agustín Cabral) era un ejemplo vivo de la precariedad de la existencia que postulaba esa filosofía.” Pág. 341
“-Mi opinión sobre intelectuales y literatos siempre ha sido mala- volvió a decir-. En el escalafón, por orden de méritos, en primer lugar, los militares (…) Literatos e intelectuales, los últimos. Después de los curas, incluso.” Pág. 359

“A quien los gringos temen no es a usted, sino a Castro, Jefe. Sobre todo, después del fracaso de Bahía de Cochinos. Ahora, más que nunca los espanta que el comunismo pueda propagarse por América Latina. Es el momento de mostrarles que la mejor defensa contra los rojos en la región es usted, no Betancourt ni Figueres.” Pág. 451

“-No va a ser fácil, pendejo –contestó Ramfis-. Antes de irte al infierno, tienes que pasar por el purgatorio. ¡Hijo de puta! Pág. 521

“- Se llevó una decepción. Ahora, ya sé por qué, esa noche no lo sabía. Yo era esbelta, muy delgada, y a él le gustaban llenas, con pechos y caderas salientes. Las mujeres abundantes. Un gusto típicamente tropical. Hasta pensaría en despachar ese esqueleto de vuelta a Ciudad Trujillo. ¿Saben por qué no lo hizo? Porque la idea de romper el coñito de una virgen excita a los hombres.” Pág. 609