lunes, 1 de noviembre de 2010

Lo que me queda por vivir. ELVIRA LINDO. Seix Barral. 2010

Nunca leí un libro con la cantidad de reflexiones que alberga éste. Para no perdérselo y saborearlo lentamente.
"El que envidia aumenta la fortuna del envidiado". Pág. 21

"Por más que le pregunté, que traté de explicarle,... que lo que no se dice duele más que lo que se cuenta, El entró en esa especie de estado remoto y ajeno que yo entiendo como una venganza: la reserva defensiva que acaban adoptando los varones hacia las madres, como si fuera ésta la única manera posible de deshacerse de una relación demasiado estrecha que ha de ser en el futuro sustituida por otra". Pág.38

Contemplando una fotografía de su madre: "Tiene veinticinco años. La vida no la ha tocado casi". Pág. 43

"Pero ella padece su soledad sin angustia, sabe que en su pueblo el tiempo está detenido y que cuando vuelva por navidades podrá incorporarse a las rutinas en las que creció, para luego salir de ellas con alivio, porque está orgullosa de haber elegido un marido de ciudad". Pág. 44

"Quisiera decirle a mi marido, pero hay sensaciones que pierden su valor en cuanto las convertimos en palabras". Pág. 45

Cuando tenía doce años relata: "...yendo por las tardes con mi amiga al pequeño edificio de la biblioteca infantil, para leer, para hacer los deberes, para disfrutar con el acto solemne del préstamo y el sello...". Pág. 48

"Cuánto se habla y se escribe sobre esos matrimonios en los que los cónyuges están aferrados a la infelicidad durante toda su vida, y qué poco de todas esas parejas de jóvenes que, sin mayores lazos que una felicidad mal entendida, se entregan dócilmente al aburrimiento de unos sábados y unos domingos larguísimos, en el banco del parque, frente al televisor, en comidas familiares, interpretando antes de tiempo el matrimonio..." Pág. 50

Pretendiendo salir del grupo de amigos. "Qué difícil era y es traicionar al grupo y qué fácil ser desleal con uno mismo. La deslealtad a uno mismo no se suele advertir en el presente, se camufla de malestar, de ansiedad difusa, porque éstas son sensaciones mucho más fáciles de sobrellevar". Pág. 51

Respecto del conocimiento de alguna faceta de su madre ya muerta "los actos de los muertos no pueden modificarse, ni discutirse, así que cualquier hallazgo sobre su pasado nos trastorna más que consolarnos". Pág. 71

Después de la separación: "Le estudiaba cada gesto, cada movimiento. Nadie observa con más agudeza que el que desea ser querido. Es una atención parececida a la de los perros hacia el amo". Pág. 76

"La mentira grave, esencial, puede producirse por respeto, por miedo o por cariño a la persona a la que se le cuenta, pero las pequeñas mentiras, esas que se suceden unas tras otras, que se amontonan como las cagadas de paloma, son las que acaban definiendo al mentiroso, que miente y olvida, miente y olvida". Pág. 77

Respecto del pueblo y de su tía en particular: "las madres cuidaban a los vivos; las solteras, a los muertos. Mi tía les llamaba con un gran sentido de la propiedad "... Pág.95

Respecto de sus tíos:"pero su elección era tan monótona que los gustos literario se convertían en una especie de prolongación empecinada de sus personalidad. El gesto diario de mi tío Amado metiéndose en el bolsillo del mono una novela de Oeste de Lafuente Estefanía antes de montarse en la vespa... era más un rasgo de su carácter , introvertido y refractario a la conversación , que un amor por la lectura". Pág. 99
"Todo el pueblo asistió a su entierro. Es una costumbre de los pueblos hacer recuento de la capacidad de convocatoria de un muerto. Así parecen medirse las que fueron sus virtudes. Siempre se exageran las virtudes y los asistentes". Pág. 123
Respecto de su padre: "es que se fiaba tan poco de los gurús como de los curas. No le valían los intermediarios. Pensaba que todos escondían turbios intereses sexuales. Pág.153
De su hijo: "Hablando con ese entusiasmo a deshora que a veces tienen los niños" Pág. 164
"... con la misma insistencia cariñosa y vigilante de una madre que entiende que sólo comiendo se puede sobrevivir a cualquier catástrofe, a la pena espiritual y al dolor físico". Pág. 168
"Años más tarde dejé de interpretar cualquier pregunta personal de mi familia como una censura sobre mi vida, pero aquella época aún entendía cualquier comentario como una agresión, a la manera como reaccionan los adolescentes" Pág. 172
"Se quedó callado, desinflado, vacío. Nunca se dice lo que se espera decir, aunque se trate de una confesión que uno ha estado ensayando desde hace mucho tiempo". Pág.224